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  • Corporación Con La 9

Desde México con amor para Colombia Padre Jesús Mesa Pérez. Fe, amor y entrega por su comunidad


Ya son casi tres años de labor vocacional en la Parroquia de San Lorenzo en Barrios de Jesús, el padre Jesús Mesa Pérez, viene desde el D.F. (México) para quedarse en nuestra Comuna 9.

Un punto de quiebre para la fe que lo aguardaba

A los 10 años de edad, Jesús se encuentra en una encrucijada, su madre, Adela Peréz, fallece y su vida cambia radicalmente, el hogar, que hasta ese momento era su refugio y nicho de amor, se desmorona frente a sus ojos. Fue un momento de caos y sin sentido para él y sus hermanos, su padre tuvo que abandonar el hogar por razones ajenas a su voluntad y allí es donde los hermanos se van a vivir con la abuela materna, falleciendo ésta al año y dejándolos prácticamente solos.


“En esa situación yo crecí prácticamente en la calle solo, y eso me llevo a tener amistades con distintos jóvenes (…) Yo era un joven normal, me gustaba salir, bailar, tomarme unos tragos, de vez en cuando, con mis amigos, pero la soledad y el sin sentido me generaron muchos interrogantes en relación a Dios y por muchas razones en esa situación, yo concluía que Dios no existía, porque veía ciertas cosas en mi vida, y me comparaba mucho con las familias de mis amigos, que tenían todo, unos padres, una familia numerosa y yo me veía solo y eso generó que creciera sin una experiencia de Dios”.


El encuentro con su vocación

A los 18 años, Jesús emigra a California (USA), cerca de Los Ángeles, con la ayuda de uno de sus hermanos mayores, y allí fue donde tuvo por primera vez una experiencia con la iglesia, ya que su hermano lo llevaba a una pequeña iglesia de la localidad de Santa Ana llamada Nuestra Señora del Pilar. Jesús empieza cuestionarse acerca de su existencia y la razón de ésta. Como latino en Estados Unidos tuvo muchos trabajos, encargado de bodega de una compañía de ropa y bordados, operario en una fábrica de baterías para autos, también como operario haciendo impresiones en camisetas, en general, según él, eran buenos trabajos que le generaban buenos ingresos.


“Yo estuve en California entre 1992 y 1999 y ahí fue donde a los largo de estos años se despertó en mi cierta curiosidad e interrogantes, yo tenía una novia con la que me iba a casar, por motivos externos a ella su familia se mudó a otro estado y ahí se terminó esa relación y al mismo tiempo Dios me suscitó el deseo en mi corazón y mi curiosidad se intensificó hacia la fe, ya que en ese momento a pesar de tener una vida próspera, yo no era feliz, había un vacío y muchos interrogantes acerca de mi vida”.


La decisión y el camino hacia el amor y la fe

En el año de 1998, Jesús manifiesta su deseo de iniciar un proceso vocacional y en el año 1999 fue enviado a un retiro espiritua, la Porto San Giorgio (Italia), con el iniciador del Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello. De Italia es enviado a Colombia (Medellín), debido a un sorteo que se realizó con el fin de enviar a los futuros sacerdotes a los diferentes seminarios al rededor del mundo.

En los primeros días del año 2000, Jesús aterriza en la ciudad, durante 12 años hizo su formación en el Seminario Misionero Arquidiocesano Redemptoris Mater, seis años de estudios y seis más en misiones pastorales al rededor del país, Bogotá, Cartagena, San Andrés, Turbo, Buenaventura, Popayan y Palmira fueron algunos lugares en los que Jesús compartió la palabra y su fe.

En eso años de formación, Jesús estudió filosofía y cuatro años de teología e historia, en los que aprendió, a plenitud, que son los sacramentos, como realizar los diferentes ritos y actividades de fe, que conllevan al recibir el llamado de la vocación.

“Esos años fueron para mi una alegría en los que, sobre todo, pude entender mi libertad y ver como las cosas salen del corazón, yo recuerdo mucho el momento en el que algo detonó en mí, el momento exacto en que sentí que el camino vocacional era lo mío y fue en ese primer retiro espiritual en California, donde nos pusieron un video y veíamos una escena, donde iban dos seminaristas a visitar una humilde casa, acá mismo en Colombia, y pensé que ellos tenían lo que estaba buscando, lo que yo vi en ellos fue la hermosa actividad de evangelizar, de enseñar y llevar el amor a Dios a todos los rincones del mundo”.


Un día de fe en la vida del Padre Jesús


El padre Jesús se levanta a las 6 de la mañana, desde aquel septiembre de 2013 en el que llega a la parroquia de San Lorezo. Se organiza y después llega el momento de oración, media hora en que, según él, recarga su fe y amor para el día que se viene. En la mañana el padre Jesús dedica su tiempo a atender las diferentes diligencias administrativas de la parroquia, en conjunto con el sacerdote colega, el padre Jorge Guapo Cal. Ya en la tarde, después de almuerzo, dedica esas horas a atender a las personas en el ritual de confesión, al cual le dedica gran parte de su energía para dialogar con cada uno de los feligreses.


A las 6 p.m. inicia la eucaristía como es costumbre en los días de semana y en la noche, el sacerdote dedica su tiempo a atender variados grupos de formación en la fe, preparatorios para la primera comunión, diálogo en confesión, y personas con necesidades de fe y de acercamiento a la parroquia. Los domingos es más diferente ya que son los días en que las eucaristías son casi todo el día y el movimiento de la iglesia es más atareado.


“Mi misión, en este momento, es estar al servicio de la gente, de la comunidad, anunciarles el amor a Dios, tratando de que la gente se lleve un anuncio que toque su vida, yo sé que todos tenemos muchos conflictos en nuestras vidas pero al final todos anhelamos ser queridos y por la ausencia de amor, muchas veces llegamos hacer cosas extremas en su búsqueda, entonces nuestra misión en la Parroquia con la ayuda de mi compañero, el padre …. es transmitir un poco de amor en medio de mucha soledad y del sin sentido, para ayudar a reconstruir el tejido social, del cual yo soy parte”.


La comunidad de Barrios de Jesus en la óptica del padre Jesús Mesa

Según el sacerdote, la comunidad es muy creyente y receptiva con su iglesia, pero al mismo, es una comunidad en un constante ciclo, por un lado hay personas que están perdiendo credibilidad frente a la parroquia, el afirma que existen muchos feligreses que han dejado de creer en Dios o simplemente son indiferentes a la fe. Por otro lado existe otro grupo muy fuerte de creyentes y que se articula con las personas que regresan, que vuelven a la fe y eso es muy importante para él, los misterios de la vida que forman un círculo, un retorno, ahí radica la esperanza, en el volver a creer y no alejarse de la palabra de Cristo y del amor a Dios.


“Hay algunos que regresan a la casa, a su casa, a la casa de la fe y hay otras personas que hay que ir a buscarlas, esa también es la misión de nosotros, durante los cuatros domingos del mes me he dedicado a realizar una misa en diferentes sectores del barrio con el fin de acercar a la comunidad a la parroquia y llevarles la palabra (…) El barrio lo veo muy bien, es gente tranquila y muy amable, hasta los que son un poco diferentes con Dios, los veo en sintonía con la parroquia y eso es muy alentador, la gente es muy especial en el barrio y a nosotros como sacerdotes nos quieren y respetan”.

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