Wberney Zabala Miranda y es el presidente de la junta de acción comunal. Una persona que conoce, de primera mano, las problemáticas y fortalezas del barrio y que le apuesta, junto con sus compañeros de junta, a mejorar la infraestructura y convivencia en este sector.
Atrás quedaron esos años de violencia de dejó la época más intensa del narcotráfico en la ciudad. Ahora este sector disfruta de un período de calma y progreso, de gente amable y trabajadora. Uno de los principales objetivos de la junta es lograr que la administración local reconozca a Medellín Sin Tugurios como un barrio, ya que en la actualidad es visto como un sector perteneciente al barrio Loreto.
“Han pasado muchos años el acueducto y alcantarillado del barrio necesitan mantenimiento y renovación (…) También se ha hecho una labor de gestión para conseguir recursos con el fin de implementar la placa polideportiva en la parte alta del barrio”, explica Zabala.
Así mismo, la carrera 26CC entre las calles 37 y 38A que, según Wberney, se encuentra en muy mal estado, representa un peligro para la movilidad y tránsito en el sector. También el alumbrado público requiere con urgencia de reparaciones, ya que en las noches es donde más se dificulta la movilidad.
“Muy pronto se inaugurará la institución educativa Buen Comienzo, que beneficiará a 16.500 habitantes del sector y directamente a 300 niñas y niños del barrio. Con orgullo debo decir que esta obra fue un logro que se dio gracias a la gestión de la JAC del barrio; la inversión zonal fue de 11.000 millones de pesos”, expresa Zabala.
“A parte de la labor de gestión en infraestructura que se logró gracias al trabajo en conjunto de la junta y la comunidad, también se logró consolidar un proceso de convivencia, a tal punto que desde hace varios años en el barrio no hay desplazamientos, ni muertes violentas, ni enfrentamientos entre bandas, entonces para nosotros significa un gran triunfo”, aclara Zabala.
Se viene grandes retos por cumplir para la nueva conformación de la junta (2022 - 2025) pero el mensaje más contundente que hoy dejan sus miembros es que “vivir bueno depende de nosotros mismos, de la unión de la comunidad con sus líderes, las organizaciones sociales y las entidades descentralizadas”. Es la labor de armonía vivencial la que pone esa chispa de empatía y el espíritu de colaboración que hacen de un territorio un lugar de paz y progreso.
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