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Manga libre: tierra de todos


Fotografía: Manga Libre, un proyecto ubicado en la Calle 49A con la Carrera 36A.

En los últimos años las huertas comunitarias se han popularizado en nuestra ciudad como una alternativa, no sólo de alimentación saludable, sino como un punto de encuentro para la comunidad.

La Fundación Platohedro creó la iniciativa Manga Libre, un espacio creado con el objetivo de recuperar una zona abandonada que estaba a punto de convertirse en un problema para el barrio.


“En el 2011 demolieron un edificio y quedó un espacio que no tenía árboles, ni un paisaje para que la gente pudiera relacionarse con él. Sólo había residuos de un edificio y estaba generando varias problemáticas: de basuras, residuos, de acumulación de agua y se fue llenando de habitantes de calle. Entonces lo primero que hicimos fue solicitarle a la Secretaría de Infraestructura que iniciara un proceso de forestación del lugar. Entonces de esta manera empezó a aparecer la primera manguita, recogimos muchas firmas, empezamos a sembrar: el jardín botánico llegó, nos ayudó a sembrar árboles, palmeras, acacias”, relata Julieta Rodríguez, Directora del contenido educativo de Platohedro.


“Todo lo hemos hecho de forma rudimentaria porque no tenemos los conocimientos, pero han llegado personas que sí saben y nos han enseñado a los que no sabemos y en el camino hemos aprendido a hacer de todo. La huerta fue el primer proyecto que instalamos, después de la plantación de árboles y de pasto, y fue la que realmente permitió la transformación del lugar porque antes se ponían las bolsas de basura ahí, pero una vez que empezamos a sembrar, la gente las quitó. Ya se empezó a generar un respeto por el lugar porque es una huerta, comida, jardín”.


Este espacio no sólo sirvió para prevenir un problema ambiental, también se convirtió en un punto de encuentro para toda una comunidad: “Siempre que estamos “huertiando” la gente llega y nos empieza a hablar de su migración, que son campesinos, que les gusta sembrar, que les gusta la tierra, que si pueden llevar cebolla, que ¿entonces de quién es esto? Se dan unas conversaciones muy importantes en un proceso comunitario pero que no suceden en otros escenarios, sino en ese momento de siembra y de tener una conexión con la tierra. Precisamente la tierra, por la que se ha provocado un conflicto de tantos años en nuestro país. Entonces representa volver a la tierra, a la siembra, a la conversa, a entender cómo sembraban antes, a entender cómo es un proceso tan elemental para la vida y que realmente, es algo simple, que no exige miles de cartones para entender una realidad compleja y que se ve reflejada en una acción tan simple como coger una cebolla y saber que se la puede llevar porque no es de nadie: es nuestra pero también es suya, entonces a la final no es de nadie y es de todos”.

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