Barrio 8 de Marzo: una historia de resiliencia
- Corporación Con La 9
- 13 mar
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“Yo soy hija de una de las fundadoras del barrio, Beatríz Rojas, y sobrina de una de las más grandes líderes de acá, también fundadora del barrio, Cecilia Rojas” con esta afirmación, inicia su relato Paula Andrea Eusse Rojas, actual presidenta de la JAC del 8 de Marzo. “El barrio se fundó por medio de una invasión. Todo el mundo decía: “Hay una invasión por allá arriba”, y nos subimos porque la necesidad era grande. Mi mamá con dos hijos y soltera, pagando arriendo en Caunces de Oriente. Ella vivía con mi tía que sí tenía su esposo, pero de todas maneras, también era desempleada”.
Aunque Paula solo tenía 7 años cuando llegó con su familia a este sitio, recuerda bien su primer hogar y las incomodidades que padecieron: “Mi tía Cecilia, mi mamá, el señor Jairo Vargas y doña Blanca Pérez fueron los que tomaron esta propiedad y empezaron jurídicamente a tratar de hacer negociaciones. Fue difícil, pero no imposible y aquí estamos, gracias a Dios. Después de que se llegó a un acuerdo con el CORVIDE (Corporación de Vivienda y Desarrollo Social), la primera casita que se construyó fue la de la señora Blanca Pérez, la segunda fue la de la señora Ana, mamá de Paula Trujillo, una de las grandes líderes de aquí, y la tercera fue la de nosotros”.
Las primeras casas no se parecían en nada a las enormes edificaciones de cincos o seis pisos que se pueden apreciar actualmente en este barrio, sino que cada familia construía con tablas y palos viviendas de un solo ambiente donde se tenían que acomodar familias muy numerosas.

Uno de los datos curiosos de este barrio, es que sobre sus tierras corre agua salada. Y no, no se trata del mar. Resulta que esta zona posee yacimientos de sal, que antiguamente eran explotados por los indígenas que habitaban en este territorio. Precisamente, La Salada, es el nombre que recibe la quebrada principal, debido a que baja con un alto grado de salinidad. Este aspecto dio origen a un alimento que tomaban los primeros pobladores del 8 de Marzo: la agua de panela salada. “Nos tocaba porque la necesidad era mucha”, recuerda Paula.
Además, cuando llovía, salir de la casa a trabajar o estudiar era toda una odisea: “Tocaba bajar hasta donde queda en este momento la Institución Educativa Arzobispo Tulio Botero Salazar y el pantanero era horrible. Teníamos que descender descalzos o en chanclas y allá lavarnos los pies y ponernos los zapatos. Le pedíamos a Dios que no nos cayéramos de aquí para abajo, porque a veces íbamos con el uniforme puesto y después nos íbamos a estudiar todos empantanados. Entonces, empezamos a bajar con otra ropa y llevabamos el uniforme en el morral, por si nos caíamos, nos cambiábamos en la terminal para podernos montar al bus”.
El próximo año, se cumplen cuatro décadas de este suceso, y el barrio ya es otro. Las calles están pavimentadas, tienen energía eléctrica, agua potable y gas: “Después de que por fin nos dijeron que no estábamos en alto riesgo, comenzamos a gestionar el gas, que era lo único que nos faltaba y cocinar con pipetas salía muy caro. Vino un señor a revisar y nos dijo que lo del gas se haría más adelante. Yo guardé su contacto y comencé a llamarlo: “Vea, lo invito a almorzar”, y él venía. “Venga, revise esto bien”, le decía. ¿Y sabe qué? Eso empezó en junio, y para septiembre ya teníamos gas”, relató Paola entre risas.
En cuanto a educación anteriormente el 8 de Marzo contaba con una escuelita, pero con la construcción de la institución educativa Arzobispo Tulio Botero Salazar en Barrios de Jesús, los niños fueron trasladados a ese lugar y este espacio se convirtió en la sede principal de la JAC, donde actualmente se reúnen dos grupos de la tercera edad y el grupo “Jóvenes Soñadores”. Con las recientes reformas que le hizo Paula, ahora hay un salón grande en el primer piso y una cocina muy bien dotada con el fin de que en algún momento puedan contar con un comedor comunitario. En general, el sueño de la presidenta es que este espacio comience a funcionar como una sede cultural.
Además, gracias a una donación de unos computadores que llegarán en los próximos días, Paula quiere construir una sala de internet para que los niños puedan ir de forma gratuita a realizar sus tareas y a sacar fotocopias. Para lograrlo, lo único que les hace falta es un donante que pueda obsequiarles la conexión constante a internet: “se habla mucho de conectividad, pero en nuestro barrio hay muchos niños que no tienen cómo pagar por unos datos y a veces, ni 200 pesos para una fotocopia. Yo quiero que ellos tengan un lugar donde puedan estudiar tranquilos sin que tengan que preocuparse de eso”, aseguró Paula.
Pero quizá el reto más grande que tienen ella y su equipo es la legalización de las casas del 8 de Marzo. Las personas que habitan aquí aún no cuentan con escrituras de su vivienda. El proceso se ha estado adelantando con ISVIMED (Instituto Social de Vivienda y Hábitat de Medellín), pero aparentemente, el dinero recaudado para la compra de los predios que fue entregado a CORVIDE, no llegó a manos del titular de estas tierras, por lo que se sigue buscando una posible solución. La esperanza es que se pueda lograr pronto.

Otra de las líderes de este barrio es Eidy María Asprilla, quien además de ser integrante de la Junta de Acción Comunal del 8 de Marzo, también es una madre comunitaria. De lunes a viernes Eidy recibe aproximadamente 15 niños menores de 5 años, cuyos padres deben salir a trabajar. Esta labor, Eidy la realiza como integrante de la Asociación Brisas de Oriente, que en articulación con el ICBF (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar), brinda este apoyo a las familias que lo necesiten.
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