Hace 19 años que Claudia Patricia Urrego recibió de los médicos una noticia que le cambiaría su vida para siempre: tenía cáncer de mama y eso la afectó física y emocionalmente.
Hasta ese momento no tenía nociones de la enfermedad, pero después de padecer un viacrucis para ser atendida en los centros de salud y poder salvar su vida, se convirtió en una experta y decidió crear Fundayama, una fundación que educa y acompaña a las mujeres en la prevención de esta patología; también gestiona ayudas de todo tipo para que las afectadas tengan calidad de vida.
“Me negaron la prótesis para la reconstrucción del seno y unos exámenes de receptores hormonales, después de la cirugía necesitaba quimioterapia y tampoco me la facilitaron”.
Para reclamar sus derechos, Claudia optó por instaurar una acción de tutela. Como si lo anterior fuera poco, año y medio después del primer diagnóstico, los médicos le dijeron que tenía una progresión de ese cáncer a nivel de los ganglios cervicales. “Me tocó otra vez cirugía, estudios de patología y quimioterapia. Cinco meses después de haber terminado la quimioterapia, me diagnosticaron cáncer en los dos pulmones”.
Debido a todas estas dificultades por las que Claudia pasó, se cuestionó por la suerte que corrían otras mujeres con la misma situación, que carecían de recursos y de educación y que, además, venían del campo. “¿Morían en el intento por obtener una atención oportuna y de calidad?”. Era la pregunta que le daba vueltas en la cabeza.
Cuando empezó a frecuentar las salas de quimioterapias tuvo contacto con otras afectadas, para ese momento Claudia contaba con un recorrido y un conocimiento de la enfermedad, tanto en aspectos propios del tratamiento, como de asesoría en asuntos legales para acceder a los servicios de salud.
Fue su deseo de ayudar el que la condujo a buscar guías en médicos y en abogados especializados en la legislación de la salud. Una vez que se apropió de esos conocimientos, emprendió ese camino de orientar voluntariamente a otras mujeres afectadas por una enfermedad que tiene más de 2.200.000 diagnosticadas en el mundo y que en el 2020 dejó 685.000 fallecidas, según la Organización Mundial de la Salud, (OMS). Ella anhelaba verlas con una mayor calidad de vida.
Su sufrimiento incentiva la ayuda a otras mujeres
El haber vivido el cáncer de mama en carne propia y ser testiga, al mismo tiempo, de la forma cómo las entidades de salud le negaban los derechos a una adecuada atención, tanto a ella como a otras mujeres, fueron detonantes, que sumados a sus sentimientos de ira e impotencia, llevaron a que Claudia buscara los caminos para crear la mencionada fundación. “Tengo que dejar un legado”, se decía.
Ese sueño de crear la Fundación de Apoyo y Acompañamiento a Personas con Cáncer de Mama, Fundayama, se materializó el 17 de abril del 2007, cuando quedó legalmente constituida. Está ubicada en la calle 58 # 39-52 del barrio Boston y allí atiende a más de 2.300 mujeres de escasos recursos que encuentran un servicio integral y humano para su enfermedad, donde aprenden que aunque es difícil porque hiere la feminidad y afecta la autoestima, a pesar de eso se puede tener calidad de vida.
Un legado de servicios
Las pacientes en Fundayama cuentan con los grupos de apoyo, a los que Claudia denomina reflejos de vida, porque cada que a la fundación llega una paciente diagnosticada con cáncer de mama, otra que ya pasó por la enfermedad le sirve de guía, allí no se sienten solas, porque todas comparten el mismo problema, la idea es hablar de la enfermedad sin tapujos e informarse al máximo sobre ella.
Fundayama cuenta además con un banco de pelucas, prótesis y accesorios, pues quien padece esta enfermedad pierde las vellosidades, además, cuando el cáncer de mama se detecta tarde, deben amputar los senos y cambiarlos por prótesis, situación que perturba todos los aspectos de la vida de la mujer. Es una tragedia tan grande como la de quien vive un duelo por la muerte de un ser querido.
La práctica del yoga los lunes, los grupos de oración, el acompañamiento individual y los talleres de terapia ocupacional, donde realizan manualidades y pinturas al óleo, son otras de las labores de acompañamiento que realiza la entidad con sus pacientes.
Fundayama cuenta con asesoría jurídica para instaurar acciones de tutela, de ser necesario, y también orienta a las pacientes sobre los especialistas que tratan el cáncer de mama y las tarifas.
El segundo jueves de cada mes la fundación da una conferencia sobre el cáncer de mama en el auditorio del Hospital San Vicente de Paúl. Las donaciones de muchas empresas públicas y privadas han permitido a Fundayama perdurar en el tiempo, “aunque con las uñas”, prestando un servicio integral a las pacientes.
Lo que las mujeres deben tener muy presente
Según Claudia Patricia, quien es la directora de Fundayama, por el sólo hecho de ser mujer, ya se corre el riesgo de padecer cáncer de mama. Aunque no se conocen aún métodos para ayudar a prevenir este problema, sí son más propensas a padecerlo aquellas mujeres que tienen hijos después de los 30 años, quienes presentan una menopausia tardía o les desaparece la menstruación después de los 50 años.
Entre el 2 de enero del 2019 y el 1 de enero del 2020 se documentaron 7.047 casos nuevos de cáncer de mama, un total de 74.863 que permanecen y 3.056 personas fallecidas. El 19 % de los nuevos diagnósticos corresponden a mujeres con edades entre los 20 y 45 años, por lo que es necesario que se consoliden programas y campañas para la detección temprana en estas edades, lo cual ayudaría a tener un mejor tratamiento y a disminuir los riesgos en este grupo poblacional.
Claudía Patricia Urrego hace énfasis en tres consejos importantísimos para la salud de las mujeres: hacerse el autoexamen cada mes a partir de los 15 años, a los 20 años, el examen clínico de los senos debe ser parte el examen médico general y por último, la mamografía se la deben hacer una vez al año después cumplir los 40.
Y tenga claro que un tumor encontrado, jamás debe ser ignorado y que, a veces, sufrir una enfermedad o un problema grave, se convierten en un aliciente para iluminar otras vidas, eso le pasó a Claudia Patricia Urrego, pues ella no desfallece en su lucha y sigue siendo un faro que guía a las afectadas por el cáncer de mama.
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