Si usted es una de las personas que tira las pilas a la basura o las entierra cuando se acaban, tenga en cuenta que esto perjudica el medio ambiente y puede incidir gravemente en la salud de los organismos vivos, incluso en la de usted mismo.
Según Carlos Mario Montoya, quien fue gerente de operaciones y proyectos de Asei, empresa especializada en el manejo de los residuos peligrosos, cuando se tiran las pilas a la basura pueden tener dos destinos: los rellenos sanitarios o la incineración, ambos son inadecuados.
Las pilas funcionan a través de metales líquidos como el cadmio, níquel, magnesio, zinc y mercurio, este último es el más peligroso para la salud. Cuando el mercurio está en el ambiente, sin darnos cuenta, entra por las vías respiratorias y, según Montoya, al interior del organismo humano funciona como una máquina incineradora: quema las conexiones neuronales en el cerebro, disminuye la capacidad de aprender, debido a que afecta la concentración y la memoria. También ataca al hígado y a los riñones y pone en peligro órganos vitales, como el corazón.
Cuando las pilas llegan al relleno sanitario se fusionan con los lixiviados (líquidos putrefactos que surgen producto de la acumulación de todo tipo de desechos) y es muy probable que al igual que las drogas vencidas, vayan a parar a las quebradas, creando un ciclo nocivo: los peces se contaminan del mercurio y mueren, pero a la vez, cuando las personas consumen el pescado, pueden ser víctimas de los daños del metal.
Según el experto, una sola pila compuesta por mercurio puede contaminar 600 mil litros de agua y una alcalina, 167 mil. En otros casos el mercurio de las pilas se combina con residuos sólidos en el mismo relleno sanitario y termina incinerado; en el aire se producen unas sustancias químicas llamadas dioxinas, que entre todas las que existen son las más tóxicas para el hombre y para el medio ambiente.
Para Carlos Londoño, quien fue gerente de ventas de pilas Tronex, en Colombia se venden 240 millones de pilas y se desechan 11 mil toneladas al año. A partir del año 2012 era obligatorio que las empresas productoras e importadoras de pilas generaran los mecanismos que les permitieran disponer adecuadamente de un cuatro por ciento de las baterías vendidas, lo que equivale a 960 mil pilas anuales; así lo estableció la resolución 1297 emitida por el Ministerio del Medio Ambiente.
La Comuna 9 de Medellín, Buenos Aires, cuenta con puntos de recolección de pilas como Almacenes Olímpica en el parque de La Milagrosa, en las diferentes tiendas D1 y en la Casa de la Cultura del Ávila, entre otros. En el Área Metropolitana hay puntos de recolección de Recopila en el centro comercial Camino Real, en los diferentes Homecenter, en el centro comercial Unicentro, en la IPS Universitaria, en la Universidad Nacional, en la Gobernación de Antioquia, en las sedes de Bancolombia, en la Universidad EAFIT, en el centro comercial Santa Fe, en la Congregación Mariana y en muchos otros lugares.
Llevar las pilas y dejarlas en esos puntos seguros no cuesta nada y le hace un enorme favor al medio ambiente y a sus semejantes, pues estaría cuidando de la salud de todos. Pilas Tronex empezó desde el 26 de mayo del 2010 la campaña Recopila, que lleva pequeños contenedores a los lugares mencionados. Además, algunas tiendas de barrio de la Comuna 9 ya los tienen; si en ellas ve una calcomanía que dice Recopila, las puede depositar allí sin costo alguno.
Asei se encarga de ir a los puntos de acopio y de darle a las pilas desechadas el manejo adecuado, que consiste en encapsularlas en un concreto especial que impide la irradiación de los metales. El material permanece confinado en unas celdas de seguridad y con el tiempo los componentes de las pilas son separados y reutilizados. Otra alternativa es que, en la medida de lo posible, use la energía eléctrica para que los equipos funcionen. Ahora que ya lo sabes: ¡Pilas! Con las pilas.
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