La preocupación por los temas ambientales genera un debate cultural, social y académico acerca de nuestra responsabilidad con la ecología, la naturaleza y la vida, pues en efecto, la ciudad ha crecido de manera rápida y desequilibrada propiciando que las zonas verdes sean cada vez más escazas, y las que existen son descuidadas o poco a poco desaparecen.

En la Comuna 9, el Cerro La Asomadera está declarado desde el 2011 como zona protegida por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, la autoridad ambiental urbana; con esto, se intenta garantizar la conservación de este espacio verde como hábitat de aves y fauna silvestre, en donde se desarrollan actividades de recreación e investigación.
Pero otras zonas verdes, como jardines, antejardines, parques y laderas de ríos están desapareciendo bajo el cemento ¿Quién dijo que vivir en la ciudad es pisar asfalto y renunciar a la naturaleza? Para algunos, es más cómodo tener donde parquear el carro o no tener que preocuparse por regar y cuidar las plantas, que en ocasiones por el descuido se convierten en grandes matorrales donde se acumulan basuras y con ellos llegan ratas y todo tipo de animales, o por el contrario, son áreas de tierra seca que en temporada de lluvia forman lodazales.
Pero personas como Berta Alicia Rodríguez, piensan distinto, desde 1996 con la ayuda de algunos vecinos comenzaron a transformar un sector contiguo a la quebrada el Cuchillón, ubicada en la parte baja de Caunces de Oriente, en un hermoso jardín.
La tarea no fue fácil, ya que “la quebrada se dividía en tres y solo era monte, pero gracias a la colaboración de los Hombres de Acero del batallón Bomboná N.2 logramos despojar la maleza y capturar las culebras que ingresaban a las casas”, indicó Berta. Durante tres años, adecuaron el espacio; y en 1999 comenzaron con la planeación y construcción del jardín que ahora es su orgullo. Esta ama de casa y pensionada, dedica mucho de su tiempo al cuidado de este espacio, entre sus tareas semanales se encuentra: desyerbar, podar, transformar los residuos o desechos en abono orgánico; limpiar la quebrada que como ella cuenta, viene con mucha basura desde la parte alta del barrio.
Toda esta dedicación y empeño por la recuperación de este terreno, la hicieron una de las ganadoras del concurso Medellín un jardín de Flores 2011, otorgado por la Alcaldía de Medellín, a través de la Secretaría de Medio Ambiente, en el marco del programa Ciudad Verde.
En la actualidad la sociedad no le apuesta mucho a estos proyectos de conservación de quebradas y de espacios verdes, ya sea por la poca cultura, educación o falta de compromiso, si esto persiste, continuará la perdida de la biodiversidad y el aumento de la temperatura por las islas de calor, efecto que se le atribuye a la acumulación de calor en cemento, hormigón, pavimento, entre otros materiales de construcción presentes en grandes cantidades en la ciudad.
La recuperación de estas áreas es fundamental para el equilibrio natural, por lo que generar cultura y educar a las personas es de vital importancia. Berta, logró este resultado después de un duro trabajo con sus vecinos: “Yo los sensibilicé (vecinos), identificaba quiénes colocaban la basura en la quebrada y luego les tocaba la puerta y les devolvía la bolsita; incluso ubiqué un letrero que decía: A la quebrada solo arroja miradas de amor”.
Ahora, además de cuidar sus rosas, san joaquinos, camarones rojos, entre otros, dispuso de un comedero de pájaros, los que bajan a cualquier hora del día a disfrutar de un plátano o a beber agua con azúcar. El jardín trajo consigo no solo colores y nueva vida, sino, que permitió unir una comunidad alrededor de esta.
“Protejamos la naturaleza, pues la tierra se debe llevar en la sangre, compremos herramientas e iniciemos la tarea de tener un paraíso en nuestra comunidad y hogar”, recomienda Rodríguez.